Antecedentes:
Desde mi infancia he pensado y puesto en práctica desde mis juguetes hasta mi carrera profesional de treinta años de experiencia, que las culturas subvaloradas como las indígenas, la afrodescendientes y las campesinas, son inmensamente ricas, contrario a lo que se piensa comúnmente, que son pobres. Si bien a nivel económico son por lo general pobres, son ricas en cultura, artesanía, relación con el medio ambiente, comprensión de la feminidad, de la sexualidad, manejo del tiempo, música, arquitectura, diseño, folklore y muchos otros aspectos, incluso políticos y sociales. Trabajan en comunidad, comparten el quehacer diario, comparten la tierra, conviven y deciden en comunidad. Estas culturas han estado relegadas a un plano inferior en el desarrollo de las civilizaciones contemporáneas.
Como es lógico, sentirse subvalorado, genera baja autoestima, desesperanza e incluso, deseo de venganza. De ahí vienen tantos pensamientos de oposición a ciertos tipos de desarrollo que proponen otras corrientes culturales como el pensamiento occidental, por la exclusión. Por otro lado, hay tanta oposición al desarrollo del pensamiento occidental, que éste también es subvalorado por esas culturas ancestrales del mundo, de ahí surgen grupos guerrilleros, protestas, voladuras de oleoductos, de iglesias, etc. Por lo general las culturas indígenas se oponen a la alta tecnología, al desarrollo de la infraestructura de la ingeniería civil en sus comunidades, a la explotación de los minerales, entre otros. Si no hubiera exclusión, partidismo, si por lo contrario, pensáramos en diálogo entre pensamientos diferentes, el planeta sería otro.
Mi trabajo es un tejido entre esos pensamientos opuestos. Yo tejo en cestería, como técnica ancestral, materiales de la industria pesada y aeronáutica, como aluminio, bronce, cobre, acero, cable eléctrico, que son íconos de la industrialización y del pensamiento occidental contemporáneo. He trabajado con Artesanías de Colombia y con artesanos por más de treinta años, y en esta época he conocido que una persona puede trabajar en una entidad gremial o artesanal y su hermano por circunstancias de pobreza extrema y falta de oportunidades, se ha visto tentado a trabajar en la guerrilla. Otros artesanos, que al contrario, tienen un hermano paramilitar y otros, uno militar que se enfrenta con los grupos armados ilegales. Otros, han sido víctimas de la guerrilla, han tenido familiares asesinados en el conflicto armado. Otros artesanos o personas que he enseñado el oficio de tejer, han sido antes empleados en la producción de cocaína, otros han sido desplazados por motivo de la guerra. Hay otros artesanos que en las épocas más duras de la guerrilla, podían obtener su fibra vegetal hasta cierta hora o bajo ciertas condiciones, porque en la guerrilla mandaba en su pueblo, pero lo aceptaban y convivían con ello y con los guerrilleros sin otra opción.
Entonces he visto y escuchado en los artesanos el drama de la guerra aparte de lo que he vivido como colombiana común. Esa experiencia me ha llevado a pensar que hay que entender el punto de vista del otro y hay que conciliar con ese punto de vista así sea opuesto, pues siempre debe haber un bien común, una comunidad. En ese mundo familiar de personas del campo, donde se ha desarrollado la guerra en Colombia, no hay buenos o malos, hay circunstancias difíciles y decisiones de caminos acertados o errados. Y siempre hay la necesidad de encontrar nuevas oportunidades en caminos más acertados, caminos de vida y no de muerte.
La obra:
En el año 2006 creé la obra ENTRELAZADAS, bandera colombiana de paz, por invitación de la entonces galería Goodman Duarte, hoy LA Galería a una exposición muy banal sobre color. Como mi trabajo parte del amor a Colombia, fue muy fácil decidir con esas experiencias, hacer una obra con la bandera colombiana, pues el color es el lenguaje de una bandera.
Creé una bandera tejida, como mi trabajo de cestería y pensando en esa necesidad de tejer nuestras diferencias para poder llegar a consensos. Quise hacer una obra que no importara si pareciera naive. A cambio de una lanza de guerra, que se usa en las astas por tradición, quise usar una paloma de madera cruda pensando en lo que haría un campesino para expresar su deseo de paz. Lo mismo es la base, muy simple, hecha con tablitas de madera cruda de retales.
En el año 2007, con banderas a escala en tamaño 60 cms de altura aprox, hice un intento de puente de paz entre periodistas y protagonistas de la política que se odiaban.
En el año 2008, la llevé a las marchas de No Más Farc, convocada por la fundación Colombia Soy Yo. En los siguientes años se la regalaba a mandatarios que veía peleando en televisión y a personas que veía estaban haciendo actos cívicos o loables por Colombia. Se la regalé al entonces ministro de defensa Juan Manuel Santos cuando liberaron a Ingrid Betancourt sin balas, con una estrategia de inteligencia. A su esposa, María Clemencia de Santos le gustó mucho y quería otra, pero yo no podía regalar más. Las obras cívicas y sociales que hago son con mis propios recursos y parte de esa obra es darle trabajo a personas necesitadas en el tejido de banderas.
Cuando Juan Manuel Santos iba para segunda vuelta electoral en el año 2010, le mandé la bandera grande porque él estaba convocando a un gobierno de unidad nacional entre varios partidos políticos, y eso era lo que la bandera expresaba. A la después Primera Dama, le gustó muchísimo ese regalo, lo mismo al entonces electo Presidente Juan Manuel Santos.
En el 2013, estaban complicados los diálogos de paz, apenas iniciados en Cuba y yo tenía treinta y un banderas que había mandado a tejer para ayudar a personas necesitadas. Una de las tejedoras era una persona que trabajaba en un laboratorio de coca y se quería desvincular de ese mundo.
Le dije que se viniera para Bogotá, que yo la contrataba para tejer banderas mientras ella aprendía algo y conseguía trabajo, así yo no tuviera ni clientes para esas banderas, ni nada específico que hacer con ellas. Decidí hacer de nuevo una acción de arte, pero aún más radical. Quise enviarlas a Cuba, a la mesa de conversaciones. Contacté a la Primera Dama María Clemencia Rodríguez de Santos y ella aprobó la idea, pues las negociaciones estaban muy difíciles e iban a hacer un intento en una segunda ronda de diálogos. Las enviamos con una carta mía, en la que los invitaba a tejer las ideas para llegar a consensos y a dejar la guerra y una imagen de la Virgen de Guadalupe, a quien yo mencionaba como puente de paz en la colonia de México. No supe nada más hasta varios meses después, cuando me llegó un correo electrónico de las Farc. Por supuesto me dio muchísimo susto, pero cuando me atreví a abrirlo, venía de la comisión de paz de las Farc y era una hermosa carta de agradecimiento en la que hacían eco a mi invitación a tejer las ideas.
Después Lucía Jaramillo me trajo de Cuba una carta firmada de puño y letra por varios miembros de la comisión de paz de las Farc, que me la enviaron aún con más cariño que el correo, en un papel especial. Algunas firmas iban repintadas y de verdad, valoro muchísimo esta carta y estas firmas. Lucía Jaramillo me contó que la entrega fue muy difícil, pero muy emotiva. En medio de la tensión que se sentía en el ambiente, ella las entregó a cada uno de los miembros, sin distinción de si eran representantes del gobierno, país garante o representantes de Las Farc.
En el 2014 la Primera Dama, al finalizar la elección de Juan Manuel Santos para el segundo mandato me llamó para ver si podíamos hacer 2000 banderas más pequeñas para la posesión. Con un equipo de ochenta personas y lo logramos a pesar de muchas dificultades. Esas banderas se entregaron a dirigentes de varios países y en el 2014 la entregó el Presidente Juan Manuel Santos al papa Francisco, para que él por medio de esa pequeña obra, bandera ENTRELAZADAS, él bendijera la paz de Colombia. En esa época estaba todavía muy complicada la situación en la mesa de Negociaciones de La Habana. En el año 2018, la bandera estuvo en la mesa de la firma de los acuerdos en el Teatro Colón, sobre la que firmaron los acuerdos el entonces Presidente Juan Manuel Santos y el desde ese momento director del partido político FARC Rodrigo Jaramillo. Un momento crucial en la historia de Colombia y muy controvertido, precisamente por el partidismo y el pensamiento de oposición.
En la actualidad, algunas personas se interesan por la bandera y la adquieren y también continúo haciendo algunas donaciones simbólicas con la ayuda de las adquisiciones y de ayudas familiares a personajes como por ejemplo soldados, gestores de paz y personas que con su testimonio de vida han generado paz.